La finitud del afuera

Cuando el tiempo corre lento y las agujas del reloj tardan en moverse, todo se vuelve eterno e infinito. El cuerpo, la mente, el espacio. Todo es eterno e infinito. 

En esa eternidad, baila la finitud del afuera. Ahí donde los días empiezan y también terminan. Dónde los días son días con estructura. En cambio, aquí el tiempo corre lento. Todo se vuelve eterno, los días son solo días. Sin estructura, sin rutinas. 

Las agujas parecen pesar. O quizás lo que empieza a pesar es el cuerpo, es la menta, es el espacio. Pero en la eternidad, también, se busca el sol, el amor, la compañía, la amistad, la risa y los abrazos. Se busca todo eso que nos mantiene cerquita de la finitud, a un pasito del afuera. 

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