El tiempo pasa ...

 El paso del tiempo ... ¡que cosa! ¿no? 

Una vida que vamos dejando atrás y en cada paso ocurre una trasformación. Así como el río se convierte en mar, como la oruga en mariposa, como vos y como yo. ¿Ocurre alguna metamorfosis allí? 

Te das vuelta. Elegís mirar qué queda atrás. Esto no ocurre de una vez y para siempre. Mutamos una y otra y otra vez. Cambiamos, avanzamos, retrocedemos. Y volvemos a avanzar porque solo quedan caminos hacia adelante. 

Las vueltas de la vida, simples excusas para que nuestro sabio existir aprenda a vivir. ELIJA CÓMO VIVIR. 

Me fui. Volví. Me fui y volví mil veces más. Es que siempre volvemos a los lugares en los que se amó la vida. Sigue todo igual y a la vez ya nada es igual, toca batallar con la nostalgia de volver a los abrazos que ahora son más distantes, conversaciones que intentan ser un rápido resumen del tiempo que pasamos sin vernos y el deseo de seguir siendo parte de la vida de un otro. 

Voy habitando la ambigüedad. Lo propio y lo ajeno. Lo que permanece y lo que se transforma. 

Las niñeces que crecieron. Los abuelos que envejecen. Los vecinos que permanecen y los que ya no están pero siguen acá, en el recuerdo, en el amor. 

Me fuí. Y muchos quedaron. Volví. Y ya no éramos los mismos pero algunas cosas seguían igual. 

Entendí que lo que permanece es el amor. Esa huella que en algún momento de nuestra historia supo dejar esa persona y, sobre todo, esas huellas que supimos dejar en la historia de otros. 

Ahí, en el amor, todo permanece y también se transforma. Porque la vida es eso. Un poco de esto y un poco de aquello. 

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