Llegué a destino.

Me detuve en eso que sentí el día que te abracé por primera vez. Si, aquella vez que nada significabas para mí. Me detuve ahí, en la primer carcajada. Me detuve ahí porque hoy todo tiene sentido. No sé si fue ahí, no sé si fue tiempo más tarde cuando te vi bajar en casa. No sé si fue tu abrazo, tu "que linda estas hoy", tú compañía en busca de birritas para compartir, tú mano apoyada en la mía con algunos espectadores atrás. No sé si fue el beso que sin pensarlo demasiado nos dimos. O si fueron las incontables visitas hasta entonces. Me detuve, me detuve porque finalmente me sentí en casa. Me detuve porque finalmente había llegado a destino. Y ojo, cuando hablo de detenerme no hablo de quedarme quieta. Pues, sabes muy bien que pertenezco al movimiento. Me detuve ahí, en el movimiento infinito de mi corazón, parece que se escapa, que se va ¡se me explota el pecho!. Me detuve en el movimiento de dos almas que se abrazan sin siquiera tocarse. Me detuve ahí, en el amor. En tu mirada brillosa, en tu felicidad. Me detuve ahí, llegué a destino. Estoy en casa.

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